En el año 1990 se produjo un antes y un después de esta tradición, que hasta ese entonces, si bien se acostumbraba a chayar los distintos mojones, pero se lo hacía de manera individual o matrimonial. A partir de ese año, por un grupo de amigos de la reconocida Agrupación carnestolenda Casastchok, esta tradición empezó a transformarse en una fiesta popular que convoca cada 1 de enero en Maimará, a miles de personas.
La Chayada de Mojones tal como lo argumentó Daniel “Forita” Velázquez, “tiene que ver con la esencia del ser humano de creer, el ser humano puede creer en la luna, en la Pachamama, en el sol, en un Dios, puede creer en determinadas religiones y creer también en la alegría del Carnaval”, por lo cual, “nosotros lo tomamos con mucho respeto al mojón del Diablito, para nosotros es algo que se lo respeta mucho porque yo no he escuchado a nadie que venga al mojón a pedir el mal o desear el mal para alguien, sino siempre uno viene a renovar hasta la Fe”.
«Que este sea un año alegre para todos Diablito, queremos que llegue el Carnaval, que este año sea un buen año para todos»
“Se trata de pedirle al Diablito, al Mojón que nos devuelva la alegría, muchas veces perdemos la alegría porque estamos preocupados por muchas cosas. La alegría forma parte de la vida y ese es el sentido para mí que tiene la Chayada del Mojón, pedir al mojón, al Diablito mantener la alegría siempre de nuestra cultura y de nuestro ser”. Y fue ese motivo de continuar con la alegría que allá por el año 1990, a la salida del característico baile de Año Nuevo, un grupo de jóvenes amigos que querían “seguir de fiesta con la guitarra y en la esquina del Monumento a la Madre dijimos –¿Qué hacemos, qué hacemos muchachos?, -Vamos a guitarrear al mojón!-. Nos acercamos a chayar el mojón y decíamos, -Que este sea un año alegre para todos Diablito, queremos que llegue el Carnaval, que este año sea un buen año para todos- y así comenzamos-“, tal cual lo relató Daniel “Forita” Velázquez, sobre aquel primer día que daba inicio a una nueva década y a una nueva historia. En una época en donde, “no había celulares, no había nada y era la guitarra y era compartir en ese tiempo la damajuana de vino con los amigos y la verdad queríamos que llegue ya el Carnaval porque éramos adolescentes que estábamos en nuestra etapa de la alegría, de la fiesta, del jolgorio y nos fuimos al mojón”. Entre ese puñado de jóvenes se encontraban Daniel “Forita” Velázquez, Máximo Condorí, Marcos Calderón, Eusebio “Chivo” Hilarión, Wilfredo Catacata, Miguel Quiquiza, Sebastián “Pan” Vilte, Enrique Espinoza, entre otros.
“los dos primeros años fue como una coincidencia y al tercero ya se transformó en una tradición, había que ir sí o sí al mojón”
De ese día también Enrique Espinoza recordó que “éramos unos veinte changos que andábamos después del baile, que queríamos seguirla, el baile terminaba como a las 5, 6 de la mañana, ya amaneciendo, entonces nos juntábamos todos los amigos en alguna casa para seguir. Siempre íbamos a la casa de “Pan”, que es Sebastián Vilte, estábamos un rato ahí, comíamos algo, su mamá siempre nos tenía preparado alguna bebida, clericó, y seguíamos guitarreando y después bajábamos con el tacho que estaba a la mitad ya, al pueblo de nuevo porque él vivía en San Pedrito”. Pero ese primer día del año 1990 al pasar por la esquina de la calle en donde se encuentra el mojón de la Agrupación Casastchok, les embargó la nostalgia por el Carnaval, fue así que fueron, “al mojón a cantar, íbamos con la guitarra y cantábamos un poco y chayamos el mojón con la bebida que teníamos”, rememoró Enrique. Así comenzó esta historia que con los años se fue transformando, ya que como mencionó, “los dos primeros años fue como una coincidencia y al tercero ya se transformó en una tradición, había que ir sí o sí al mojón”. Con el tiempo esa tradición fue creciendo paulatinamente, “al comienzo siempre fue del grupo, todos varones, entre 20 a 25 chicos, y después ya se empezaron a sumar las chicas que salían del baile y seguían con nosotros la guitarreada”, señaló Enrique, incluso “después se fue agregando alguna invitación de alguna familia de Jesusa Quiquiza, después ya con las comadres vinimos bailando”, recordó además “Forita” Velázquez.
«esto creció desde la responsabilidad que cada uno adquirió para poder cumplir con el Diablo de Casatchok”
De esa manera, “se fueron sumando más chicos y más chicas también, entonces ya empezaron a decir,-Yo voy a traer más bebida-, empezaron a hacerse como especies de padrinos, pero en realidad no eran padrinos, sino que decían –Vos encárgate de tal cosa-, y ya empezó a sumarse mucha más gente, fue como deseando hacerlo un poco más grande, más participativo, era como un compromiso que adquiríamos. Decíamos – Tenemos que venir , tenemos que chayar el Diablo, el Diablo nos tiene que apoyar en el Carnaval para que salga todo bien-. Así fue una propuesta que se hizo más que nada con una responsabilidad, creo que esto creció desde la responsabilidad que cada uno adquirió para poder cumplir con el Diablo de Casatchok”, contó Enrique.
«Vamos al mojón le pidamos al Diablito que este año sea mejor para lo que viene”
Sin dudas, fue algo que arrancó como una propuesta juvenil que se fue transmitiendo con el tiempo a las siguientes generaciones, tal es así que todos los que siguieron la tradición empezaron casi de la misma manera, ya que como recuerda Rodrigo Ramos, actual presidente de Casastchok, él junto a un grupo de amigos se acercaron al mojón por esas ganas de “carnavalear” y “para que comenzaramos bien el año, porque veníamos de un año medio jodido, entonces decíamos, – ¿Cómo hacemos, cómo hacemos?, y bueno –Vamos al mojón le pidamos al Diablito que este año sea mejor para lo que viene-”.
Pero como en toda historia siempre aparecen opiniones dispares que tratan de refutar los hechos, tal como lo explicó Enrique Espinoza diciendo que “ahora hay mucha gente que después de que pasaron los años y contamos nuestra historia, ellos dijeron que no fue una invención nuestra, que todas las comparsas ya tenían la costumbre de chayar. Es cierto mucha gente íntimamente chayaba, pero esto fue distinto porque empezó a crecer, cada año fue mayor, después se hizo con orquesta, entonces ya fue un cambio, ya hubo algo distinto ahí, eso distinto fueron las voluntades que se fueron sumando con la responsabilidad de hacerlo crecer.
«que sea una fiesta organizada que se vaya haciendo masiva, eso se dio primero en el mojón de Casastchok»
Eso diferencia al resto de las historias porque es verdad que cada uno chayaba a su manera”. De esto último también hace alusión Daniel “Forita” Velázquez recordando que, en este hecho cultural al cual referencia como “una construcción colectiva” que se fue dando con el tiempo, “había familias que acostumbraban el 1 de enero ir a chayar su mojón sea de la comparsa que fuese, iban con una botellita de alcohol, iban a pedirle al Diablo que sea un buen año de Carnaval, otros iban a agradecer, pero era algo muy íntimo, de una o dos personas”. En este sentido Enrique Espinoza admitió que “fueron distintas tradiciones que se fueron dando”, asintiendo también que “es verdad hay muchos actores en esta historia que fueron dándose, al comienzo me tocó vivir los inicios de esto y mal que le pese a mucha gente, todos empezamos igual con la intención de compartir con el Diablo, que nosotros queremos tanto en la Quebrada, compartir ese momento del 1 chayándolo. Pero después de que sea una fiesta organizada que se vaya haciendo masiva, de organizarse de una manera diferente, eso se dio primero en el mojón de Casastchok, eso no lo podemos negar porque fue así y hoy es la fiesta que conocemos. Con el tiempo las otras comparsas también se sumaron y lo hicieron de la misma manera que nosotros cada una en su mojón y hoy en día hacen todas las comparsas inclusive de otras localidades”. Una opinión que Daniel Velázquez comparte plenamente ya que como comentó “nosotros iniciamos en el año’ 90, la forma de como se la conoce hoy a la Chayada de Mojones, esa construcción colectiva comenzó en el mojón de Casastchok en Maimará y después se fue trasladando a todas las agrupaciones y comparsas de Maimará y vemos que se está expandiendo a la provincia”.
«se hizo más grande, más convocante”, tanto que, “desde Jujuy empezaron a venir a chayar el mojón”
“Ya cuando empezaron a existir las orquestas en las chayadas ya llegó mucha más gente, escuchaban la música y se juntaban más”, relató Enrique añadiendo que “en la época que era presidente del Casastchok, Javier Quispe, él puso una orquesta, un sonido, así fue como que se hizo algo más oficial, ya fue más de todo el pueblo porque se sumaron gente más allá del grupo nuestro, a bailar, a chayar también. Cada año fue creciendo más, el siguiente presidente trajo más orquestas, y al siguiente año también, entonces ya se hizo más grande, más convocante”, tanto que, “desde Jujuy empezaron a venir a chayar el mojón”.
Rodrigo Ramos recordó que en ese momento que “estaba Javier Quispe con quien arrancamos esto, éramos unos cuántos locos”, que “queríamos otro festejo en Maimará porque siempre esperamos el Carnaval, el Carnaval era nuestro y se logró esto”, además la idea era “para que la gente del pueblo pueda trabajar, para que todos puedan hacer su diferencia económica y arranquen el año de otra manera”. Fue así que “año a año se fue mejorando lo que era el mojón, trayendo más gente para que sea lo que es hoy el 1de enero. En este mojón se arrancó con lo que es la Chayada de Mojones y después las otras comparsas replicaron lo mismo, lo mismo se quizo hacer en otros lugares pero es Maimará, el epicentro, Maimará es el primero”.
«Siempre ha sido histórico en Maimará la Chayada de Mojones que lleva más de 30 años»
Es así que esta tradición se fue forjando con el tiempo y las generaciones, y actualmente, “es la tercera generación la que está al frente ahora y vienen más generaciones porque existen muchos chicos que decidieron acompañar en la organización, a ellos les inculcamos que tienen que conservar la cultura y que en el futuro tienen que hacerse cargo de estas cosas, de la cultura sobre todo para seguir manteniéndola viva”, señaló Federico Gutiérrez. Aduciendo además que “Hace más de diez que esta generación viene trabajando, le tocó a Martín Ramos, después a mí y ahora a Rodrigo Ramos. Esto lo mantenemos entre todos, una sola persona no lo puede hacer, ahora existe un equipo de trabajo, se ve a la vista los años que venimos trabajando”. Para Federico todo ese trabajo organizado de los integrantes de Casastchok significa mantener “esta cultura viva que es la Chayada de Mojones. Nosotros somos una nueva generación del Casastchok, siempre decimos que venimos con ganas de seguir trabajando e innovando, presentando espéctaculos de primer nivel, como el de montar un sonido impresionante que la gente lo ve y lo siente. Lo más lindo que nuestra cultura nunca la cobramos. Siempre ha sido histórico en Maimará la Chayada de Mojones que lleva más de 30 años. Comenzó con guitarra y bombo con muchachos que ahora siempre nos vienen a acompañar y le decimos gracias por enseñarnos la cultura de Maimará con la Chayada de Mojones”. Es por eso que como bien indicó Rodrigo Ramos “nosotros siempre bregamos para que la cultura del pueblo, de las tradiciones nuestras no se pierda y ésta es una, así que hay que mantenerla, hay que trabajar mucho para que no se pierda, no se la lleven a otro lado porque hoy Humahuaca está haciendo, en Jujuy en varios lugares hay lo mismo, pero Maimará hizo el puntapié, la gente va a venir siempre, hay que brindarles un buen espectáculo para que digan,-Sí, vamos a Maimará porque hay buenos espectáculos-, y decidan volver para el año porque la pasaron bien, esa es la idea”.
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