Santiago Apóstol fue el primer santo católico que llegó a América con los conquistadores, enemigo temido en los comienzos de la conquista, posteriormente este “Santo Caballero” se convierte en símbolo de veneración de cientos de pueblos indígenas. Marcando la compenetración de la espiritualidad indígena con la española, la que perdura hasta hoy en Hispanoamérica.
Santiago fue uno de los apóstoles más queridos por Jesús, testigo de su Transfiguración, también estuvo presente durante el milagro de la resurrección de la hija de Jairo y de la agonía de Jesús en el Huerto de Getsemaní antes de su pasión. Después de la Ascensión de Jesús, Santiago emprendió su viaje apostólico, que le llevó a predicar el Evangelio hasta la Península Ibérica. Allí, después de varios años de predica, vuelve a Jerusalén, donde es decapitado por Herodes Agripa I. Sus apóstoles temiendo que su cuerpo fuera profanado por los judíos y romanos, lo llevaron en una barca con dirección a Galicia y desembarcaron en Iria Flavia, en algún lugar de ese territorio es sepultado por sus discípulos, quienes se quedaron como custodios de su tumba (año 44, aproximadamente). La cual fue hallada en el año 813 d.C. por un ermitaño llamado Pelagio -en el conocido Campo Stellae en una pequeña necrópolis- quien fue a comunicarle su hallazgo al obispo Teodomiro, quien se trasladó al lugar. Se dice que allí le fue revelado el milagro de la identidad de los sepultados en las tumbas, manifestando que era el apóstol Santiago y sus discípulos. Con el tiempo en ese lugar fue construido un templo, que se convirtió en baluarte de la fe católica, al cual concurren cientos de peregrinos de todo el mundo, especialmente para la festividad de San Santiago.
La figura de Santiago Apóstol siempre estuvo enmarcada en leyenda, la cual surge hacia el año 844 d.C, cuando gran parte de la Hispania antigua estaba ocupada por los moros y musulmanes. Se cuenta que, en la batalla de Clavijo, estando los españoles diezmados por los musulmanes, se apareció Santiago blandiendo una espada y a trote de un caballo blanco redujo cortando, descabezando y aplastando con su bestia a las tropas musulmanas. A partir de ahí Santiago Apóstol, no solo se convierte en el defensor de la cristiandad y el catolicismo, sino que con el tiempo fue declarado Santo Patrón de España.
Es por eso que cuando los españoles llegan al Nuevo Mundo lo hacen acompañados de la imagen de San Santiago, inclusive bordada en los estandartes. Aquí en América durante la época de la invasión y conquista, también se instaura la leyenda de Santiago en los combates librados por los españoles contra los aztecas y los indios de Cuzco. Así durante este período Santiago se transforma en emblema de la lucha de la cristiandad frente al idolatrismo de los indígenas. Esta convicción de la milagrosa participación de Santiago en las batallas se mantuvo durante todo el desarrollo de este infame episodio de la historia.
Por otra parte, Santiago Apóstol es el primer santo católico que entró en tierras americanas con los conquistadores, pero en América su figura también tiene un episodio de leyenda a favor de los indígenas. La misma describe que en Chichicastenango (Guatemala), durante un combate aparece el Apóstol Santiago, visible sólo a los indios, que empieza a golpear a Pedro de Alvarado por haberse permitido torturar a los indígenas. Así este santo tan temido por los indios y convertido en emblema de la conquista por los españoles, pasa a ser también un protector de los indígenas. Convirtiéndose a través del tiempo en símbolo de comprensión, reinterpretación y compenetración de un nuevo contexto espiritual enmarcado en una nueva realidad social.
El culto a San Santiago en la Quebrada de Humahuaca
El culto a San Santiago en tierras americanas ha tenido un crecimiento inusitado, siendo venerado por centenares de pueblos en toda la extensión de América Latina desde aquella época hasta la actualidad. Su devoción ha transcendido de generación en generación, lo que ha permitido que esta veneración a San Santiago sea sostenida y reafirmada a través de los años.
En la Quebrada de Humahuaca el culto a San Santiago también tiene sus devotos, como en Maimará, una localidad distante a unos 82 kilómetros de la capital jujeña. Allí Doña Adela Maurín
desde hace “quince años” para fines de julio cumple con “la devoción de la familia”. Una devoción que le fue transmitida primero por su padre, quien “iba a cumplir cien años el 28 de mayo (2019) y en su época ya el papá de mi papá ya tenía el santito. Parece que esta es una herencia de los abuelos de mi papá, así que debe tener más de cien años. Dicen que eran tres imágenes, San Santiago, San Juan y San Pablo que han repartido a la familia, San Santiago que le dieron a mi papá, el hermanito San Juan que dicen que está en la iglesia de Hornillos, ahora el otro no sabemos dónde está”. La imagen de San Santiago mencionó “tiene una sola restauración, ya hace como veinte años que Luis Quispe lo llevó para que fuera restaurado”.
Doña Adela también manifestó que cuando “mi mamá falleció, quedé yo a cargo con mis hijos. Hago lo que yo puedo, tradiciones de lo que ellos sabían hacer”, además como una suerte de presagio comentó que “justo tengo un hijo que nació el 25 de julio (día de la festividad) que es Santiago”. También hay promesantes que “vienen y dicen nosotros queremos hacer esto o hacerle aquello, yo no pido nada a nadie, ahora a voluntad el que quiere trae para compartir”, como, por ejemplo, “vestirlo, cambiarle la ropita, ya tengo una valija llena de ropita, inclusive tiene un ponchito de papel, como de cartón, imagino que debe ser uno de los primeros”. Una tarea que actualmente la realiza “el matrimonio Valdiviezo”, quienes desde hace “cuatro años que le cambian toda la vestimenta, ellos dicen mientras tengamos vamos a seguir cumpliendo”.
Doña Adela contó que entre las costumbres heredadas por sus padres están las de “rezar la novena, las nueve noches (antes de la fiesta) y se hace un compartir cada noche que rezamos, después en la víspera se pasa misa, vamos a misa, luego hacemos la procesión hasta la casa, en donde compartimos un locro, un picante y después la luminaria”. La cual se realiza en la noche del 24 de julio, justo en las vísperas a la celebración de San Santiago. Una tradición que es “de años antes” y que se realiza “para iluminar y alejar los males a los caballos y para protegerlos”, y para la que, un día antes se prepara un gran triángulo de cañas y ramas entrecruzadas que serán quemadas para dar origen a la “luminaria”. La que también es un momento para compartir ya que se prepara el “ponchi”, para el que se “hace hervir leche con canela, y se le agrega azúcar y un poquito de alcohol”; y el “vinito hervido”, para el cual se “hace hervir un litro de vino blanco con medio litro de agua y canela y se le agrega azúcar”. Dos bebidas que se reparten entre los presentes en pocillos, y que como bien dijo Doña Adela sirven “para compartir mientras se hace la luminaria y para combatir un poco el frío”.
Al día siguiente, que es la festividad de San Santiago, se realiza “un compartido, un almuerzo, pero primero se reza para agradecerle todo lo que nos da, el compartido es con las personas que van a rezar la novena como agradecimiento porque nos han acompañado las nueve noches”. Como la familia Toconás, quienes participan de esta celebración desde hace “más de treinta años”. Uno de sus integrantes es Eleuterio Toconás, quien recordó entre tantas anécdotas compartidas que “una vuelta me he quedado hasta las seis de la mañana, acá en la casa de Doña Adela armando los tamales. He ido a descansar un rato y he vuelto porque había que levantarse temprano para hacer hervir los tamales para que estén listos para el mediodía para servir”. También rememoró que Doña Ester, madre de Adela, “era como las abuelas de antes, muy exigente, a ella le gustaba que las cosas estuvieran a tal hora y listo, “castigaba” a hijos, nietos para tener cada cosa a su horario”.
Después del almuerzo del día central de la festividad a San Santiago, que es el 25 de julio, y luego de compartir la sobremesa entre charlas y risas, como a las tres de la tarde es el momento de los juegos. Uno de los dos juegos tradicionales que para este día se llevaban a cabo, era el “Gallo ciego”, el cual comentó Basilio, hermano de Eleuterio, “ya hace como siete años a ocho años atrás que se dejó de hacer, había una familia que participaba y traía el gallo, el que ganaba el juego se llevaba el gallo y al año tenía que ponerlo”. Por su parte Eleuterio también comentó que este juego consistía en “enterrar el gallo vivo en el medio del patio”, sacando “solo la cabeza, y a los que participaban le vendaban los ojos y le daban un palo, le daban vueltas y tenía que ir a tocarle la cabeza al gallo, con que lo toque ya estaba. No había premio solo era por compartir, cuando uno estaba vendado, estaba “ciego”, y había unos que te gritaban “para allá” y los otros gritaban “para el otro lado” y al final a veces pasaban pisando al gallo”.
El otro juego que aún se continúa realizando es la “Tabeada”, para el cual justo antes de comenzar se hace el “queso”, que es un pan hecho de barro, al cual “se lo divide en el medio con una piolita”, que es “la medida por la que tiene que pasar la taba de ambos lados”. Un juego que como describió Basilio Toconás, “es para todos, chicos, grandes, el que quiera participar, participa, participan todos, yo no puedo tirar la taba, pero puedo participar apostando a favor de cualquiera de los dos que están tirando, en el mismo juego entran todos”. También es un juego que se comparte entre mujeres y hombres, y el cual además tiene sus reglas, tal cual apuntó Eleuterio, por ejemplo, para empezar el juego se compran “las naranjas a Carmen (hija de Doña Adela) que es la que vende las naranjas, ella trae y las vende por docena y vamos comprando mientras falta”. Además, Eleuterio indicó que cuando la taba “cae fuera del queso es nulo”, y si cae dentro del queso, pero con la parte lisa hacia arriba, el que tiró pierde; en cambio cuando cae dentro del queso con la parte de la chapita incrustada hacia arriba es “suerte” y automáticamente el jugador que tiró gana la “parada”.
Las apuestas de naranjas son parte esencial y motivante del juego, ya que al comenzar se apuesta “tres, cinco o hasta diez o más naranjas la vuelta. Aparte de eso los que están alrededor juegan a la apuesta, si yo tiro y alguno me dice, voy diez en contra, eso es parte del juego que se apuesta aparte. Si yo tiro bien yo cobro esas diez naranjas, pero si tiro mal tengo que dar diez naranjas aparte, también pierdo la parada y tengo que pagar las naranjas que haya apostado en contra del otro tirador”.
Es un juego en el cual el que está con “suerte” esa tarde, “llena la bolsa enseguida”, pero en el que también hay que estar atento en el momento en el que tiran la bomba, que es cuando se produce el “asalto”. Que como lo explicó Basilio también es “parte del juego. Mi cuñada es la que organiza el juego, ella sabe en qué horario va a tirar la bomba y no se lo dice a nadie. Entonces los que saben la tradición, llega un cierto horario (generalmente cuando está anocheciendo) que están especulando que ya van a tirar la bomba, cuidan sus naranjas, van guardando las bolsas o las tienen bien agarradas para no verse sorprendidos en el juego”, porque cuando se escucha el sonido de la bomba de estruendo se produce el “asalto”. Ahí “van y te agarran la bolsa y te la tiran al suelo o te rompen la bolsa y te podés quedar sin naranjas y no te podés enojar porque es así la tradición”.
Basilio Toconás recordó que antes también “se cuarteaba”, porque “había una familia que eran pasantes que se comprometía a traer los cuartos de cordero, pero ya hace unos años que no vienen, también había compromiso de Sikuris que se comprometían a venir, pero ahora todo es negocio”.
Además, remarcó que ésta es “una fiesta sin fines de lucro, se hace lo que está al alcance de la familia que está a cargo, y no se elige a alguien para ser padrino de bebidas, o de comida o de cualquier otra cosa. Es una celebración donde todos comparten, el que puede y quiere colaborar, lo hace, por ahí le pide a San Santiago que lo ayude en una cosa y ve que le va bien y con su voluntad vienen, aportan o dejan lo que ellos quieren. Acá se viene y se pasa una tarde como en familia y además es cumpleaños de Santiago (Cruz) así que de paso es un doble festejo porque vienen sus compañeros y sus amigos”.
Luego de que el juego de la Tabeada termina con el asalto, Doña Adela Maurín dijo que “se reza y se cierra el santuario y después por supuesto nos ponemos a festejar el cumpleaños de mi hijo Santiago”. Agradeciendo por haber podido una vez más cumplir con “la costumbre de mi mamá y de mi papá”, y por haber podido contar con lo necesario “para hacerle la fiesta”, y pidiendo a San Santiago “por mi salud, por la salud de mis hijos, que siempre me los proteja y que no nos falte el pan, tanto para ellos como para nosotros”. Posterior a ese día Doña Adela manifestó que al santito “lo velo hasta fin de mes y los primeros días de agosto ya lo guardo. Lo pongo en la urna, en un rinconcito y ahí lo tapamos”.
Así permanecerá hasta que, nueve días antes del 25 de julio, las familias Maurín-Cruz y Toconás se junten nuevamente en las frías noches del crudo invierno maimareño a rezar la novena; motivados por la Fe para cumplir la promesa y el compromiso con San Santiago.
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