Después de una caminata de 6 kilómetros se llega a un cordón montañoso en donde la diversidad de colores cautiva la vista.
La Quebrada de Humahuaca expone en toda su extensión, lugares naturales bendecidos por las deidades, que permanecen resguardados en el silencio y la soledad de la lejanía. Uno de estos sitios se encuentra en la localidad de Huacalera, un pueblo con una riqueza histórica, arquitectónica y cultural, circundado por tesoros naturales como el circuito ubicado en la Quebrada de Quitacara Grande y cuyo acceso está a unos 400 metros del icónico Reloj Solar, y que demarca el Trópico de Capricornio.
Sólo unas cuatro cuadras separan al pueblo del camino que lleva a conocer este cordón montañoso, que es casi un reflejo del cielo después de un día lluvioso, ya que estos cerros matizan en sus laderas los colores del arco iris.
El camino está demarcado por el lecho del río y se divide en dos tipos de suelo: uno el del margen izquierdo, muy pedregoso con piedras de distintos tamaños que hacen un andar dificultoso. En cambio, el del margen derecho presenta un terreno más llano y transitable, moldeado de esta manera porque es el trayecto en el que generalmente transitan los vehículos. Los turistas pueden decidir de qué manera quieren realizar el circuito, ya sea a pie o en vehículo, si optan por lo segundo, los más recomendados para este trayecto son las camionetas 4×4; ya que el camino tiene muchos altibajos y en algunos lugares se torna intransitable para automóviles.
En el comienzo de la caminata se pasa por un corral y a unos aproximadamente dos kilómetros enclavado en lo alto del cerro puede observarse las cruces y las tumbas del cementerio local. Hasta ahí el paisaje es monótono, teñido del gris de las piedras desperdigadas en el suelo conjugado con el ocre de los cerros paralelamente erguidos sobre ambas márgenes del lecho del río.
Sólo algunos arbustos característicos de la zona como molles, cacalas, siguairos, tolas, churquis le otorgan un verde esperanzador al paisaje.
También en esa parte del camino se pueden ver muchas piedras volcánicas, vestigios, tal vez, de una época pasada. Al amanecer y al atardecer el canto de las pequeñas aves acompañan el comienzo y el ocaso del día, únicos momentos que se los puede escuchar y ver ya que el resto del tiempo se cobijan en las cuevas para protegerse del intenso calor. Por esto último es recomendable, si el circuito se hace caminando, salir bien temprano dado que el recorrido para llegar hasta la base del cerro de colores es de unos 12 kilómetros, y ya a las once de la mañana cuando el sol comienza a adueñarse del clima la temperatura se eleva considerablemente. Por lo cual deben llevar abundante líquido para todo el camino, no sólo para la ida sino también para el regreso, porque en este circuito no existe ninguna fuente de agua natural de donde abastecerse.
El recorrido presenta una muy leve pendiente casi imperceptible al caminar y que se hace aún más insignificante al contemplar la maravillosa vista panorámica mirando hacia el pueblo. Al llegar al final de la caminata una gran cantidad de cardones, algunos de unos 20 metros, y la majestuosidad del paisaje es el premio del largo recorrido. En donde el cerro vestido totalmente de amarillo se va volviendo cada vez más esplendoroso con distintas tonalidades de un rosado muy suave que se intensifica en algunos sectores, también hay vetas de rojo, azul, verde y una mezcla de ambos que determinan un particular verde azulado. Su figura tan surcada lo transforman en un macizo tectónico permanentemente moldeado por la erosión.
El cordón montañoso se extiende un kilómetro más en dirección Norte, en donde pueden observarse los cerros de color ocre que, en algunas de sus laderas, surgen vetas en donde el desgaste de las lluvias ha dejado al descubierto el corazón multicolor de la montaña.
Ya cuando cae la tarde, en épocas otoñales, el soplido del viento frío que recorre la quebrada hace que la temperatura descienda considerablemente, por lo cual hay que llevar ropa de abrigo.
Este circuito turístico no representa dificultades, por lo cual lo puede disfrutar todo el grupo familiar, el trayecto en su totalidad es de unos 12 kilómetros de ida y vuelta. Una caminata que recorriéndola a paso lento y disfrutando de la naturaleza viva en plenitud, se la puede hacer en alrededor de seis horas. Además, quienes posterior a la caminata quieran pernoctar en el pueblo de Huacalera, podrán hacerlo sin dificultades ya que existen varios confortables alojamientos de diferentes prestaciones y precios.
Recomendaciones para realizar la caminata: llevar gorra o sombrero, calzado cómodo y adecuado, abundante agua mineral, protector solar, protector labial, frutas, y alguna comida liviana.
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