Ubicada a unos 82 km de la capital jujeña y asentada en el corazón de la Quebrada de Humahuaca, se caracteriza por su microclima que favorece la diversidad de cultivos.
Esta localidad se conserva intacta a través del tiempo porque es uno de los pocos poblados de la Quebrada de Humahuaca que no sufrió modificaciones desde la declaración del Patrimonio de la Humanidad. Sigue manteniendo esa apacible tranquilidad de pueblo conservando las costumbres y el cotidiano vivir de sus pobladores. Sus habitantes, en un gran porcentaje tienen como medio de vida la agricultura a gran escala y la familiar, ya que muchas casas poseen patios de grandes dimensiones, lo que facilita que tengan sus propias huertas. Las hortalizas y verduras cosechadas aquí son únicas -por tener un proceso de cultivo sin químicos- por lo cual son muy requeridas para ser comercializadas en los grandes mercados de distintos puntos del país.
Otra de las particularidades que lo caracterizan es que es el único pueblo que posee un gran viñedo, que exporta cuatro clases de vinos finos al exterior, siendo Estados Unidos uno de los mercados elegidos; además de una fábrica de cerveza artesanal.
Además, la localidad cuenta con dos medios de comunicación gráficos, una Cooperativa de Floricultores que comercializa su producción a otras provincias del país como Tucumán, Salta, Córdoba y Buenos Aires; una escuela secundaria de educación técnica que recibe a estudiantes de toda la provincia de Jujuy y la Cooperativa Cauqueva que produce diversos productos manufacturados con materia prima de la región.
Entre sus atractivos paisajísticos se yergue al costado del Río Grande la inmensa Paleta del Pintor-bautizada así por el eximio poeta y escritor Jorge Calvetti, quien fue uno de los pocos argentinos que formó parte de la Real Academia Española-. Esta cadena de cerros de colores hace honor a su nombre porque en sus laderas recostadas se conjugan pinceladas de tintes rojos, amarillos, anaranjados, ocres y rosados, que resulta un goce visual para quien lo contempla.
A Maimará también se la conoce como la Villa Veraniega, título adquirido en el siglo pasado, porque muchas personas de gran poder adquisitivo compraron propiedades en el lugar para edificar casas con estilo colonial, con la finalidad de pasar sus períodos vacacionales dentro de la calma que ofrece el pueblo. Una calma que permite percibir el canto de los pájaros, sobre todo en época de primavera y verano, que se entremezcla con el aroma de las flores y de diversas plantas. Sonidos y perfumes que son transportados por la leve brisa matinal que acompaña permanentemente el comienzo de un nuevo día.
El predominante verde de los árboles y de los sembradíos contrasta con el imponente colorido de sus cerros que guardan silencio, silencio que solo es interrumpido por el viento de la tarde, una tranquilidad atesorada por sus pobladores y que no poseen los pueblos que han sido explotados turísticamente.
Sus pobladores son fervientes creyentes tanto de las costumbres ancestrales como de la religión católica, actividades que desarrollan con sigilo y cronológicamente durante el año. Aún guardan como un tesoro invaluable el respeto a la Pachamama, al Carnaval, al Vía Crucis en Semana Santa, a sus Santos en los Misachicos y a la Adoración del Niño Jesús que se realiza durante casi un mes, desde el 8 de diciembre hasta el 6 de enero. Aquí la cultura heredada permanece intangible sin alteraciones con relación al calendario que corresponde a cada una de ellas.
Este pueblo es conocido por la Paleta del Pintor y por el Cementerio de Altura que se encuentra en el acceso norte de la localidad, punto estratégico para que los turistas que transitan por la ruta nacional N° 9 saquen fotografías de la belleza cromática de los cerros enmarcados junto al campo santo. El cual también tiene vivos colores por las coronas de flores que se depositan en las tumbas para el Día de las Almas, que se conmemora el 2 de noviembre y porque los vecinos visitan todas las semanas los sepulcros de sus muertos llevando flores. Es un cuadro único que muestra esa cohesión mística entre la vida y la muerte.
Como todo pueblo de la Quebrada de Humahuaca, Maimará tiene circuitos turísticos, algunos naturales, como el Puente Natural, que se encuentra a la altura del acceso norte, pero al oeste de la ruta nacional N° 9 distante a dos kilómetros aproximadamente de la misma. En medio de cerros esculpidos por la erosión de la lluvia y el viento se erige esta formación geológica. Cerca de allí está el Antigal Iruyito, un lugar que fuera habitado por los pobladores originarios de estas tierras desde la época prehispánica, y que hoy es un sitio arqueológico que refleja la estrategia de aquellos habitantes para asentarse en lugares propicios con la finalidad de protegerse de las inundaciones o de alguna otra catástrofe que pudiera desencadenar la naturaleza.
En ese lugar se pueden observar muchísimos cardones, testigos inertes de esa historia, algunos llegan a medir entre siete a ocho metros de altura; si se tiene en cuenta que los mismos crecen un centímetro por año, quiere decir que hace más de 700 años que permanecen enclavados en ese suelo. Otros de los lugares de similares características es el Antigal de Hornillos, que está ubicado a la vera de la ruta N° 9 frente a la Posta de Hornillos, lugar histórico que sirvió de posada para el General Belgrano y otros caudillos durante la Guerra de la Independencia.
Ya en el pueblo, justo al frente de la plaza central está la iglesia Nuestra Señora de la Candelaria, la que fue inaugurada y bendecida en el año 1900 por el entonces obispo de Jujuy Matías Linares y Sansabenea. En la esquina de la iglesia se encuentra la calle Martín Rodríguez que lleva hacia el Monolito, construcción erigida en la cima de una pequeña montaña en el año 1.974 por un grupo de vecinos que pensaron en el futuro y en la admiración que provocaba la vista panorámica del lugar. Maimará tiene también otros sitios para visitar como por ejemplo el Vivero de Cactus, la casa Tarpuy (donde se construyen instrumentos musicales autóctonos), la Biblioteca y Archivo del filósofo y pensador Rodolfo Kusch. Cuenta con servicios básicos indispensables para los turistas y vecinos del lugar; un hospital, un cajero automático, confortables alojamientos desde casas de familias, cabañas, hosterías y campings, restaurantes donde se elaboran platos típicos; además de la posibilidad de realizar caminatas por los diversos circuitos y la incomparable cordialidad y calidez de sus habitantes.
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