Más de 1.500 jinetes participaron en la festividad religiosa de Cuasimodo

La fiesta de Cuasimodo que se lleva a cabo en la Región Centro de Chile, replica una antigua práctica, que tuvo sus inicios en el siglo XIX (tiene más de 100 años de existencia), de acompañar a los sacerdotes a las áreas rurales del país trasandino llevando la Eucaristía a los enfermos y ancianos. 

En Sudamérica se desarrollan una variedad de festividades religiosas, cada una con sus particularidades, pero todas formando parte de la identidad de los pueblos donde se desarrollan las mismas. En la Región Centro de Chile, una semana después de Pascua de Resurrección, tiene lugar la festividad de Cuasimodo, que en el año 2.024 solo en el municipio de Colina tuvo la participación de más de 1.500 jinetes a caballo.

El domingo 7 de abril, inmediatamente siguiente a la Pascua de Resurrección, Colina, ciudad que queda al norte de la Región Metropolitana de Santiago, se vistió de gala y tradición con la celebración del Cuasimodo Más Grande de Chile. Este año fueron más de 1.500 jinetes los que se sumaron a los sacerdotes católicos que llevaron la Eucaristía a las personas que no pudieron asistir a misa, como postrados y enfermos. Los otros municipios, donde también se desarrolló esta festividad religiosa fueron Renca, La Reina, Talagante, La Cisterna y este año se sumó la Universidad Católica de Chile, la que tuvo como escenario el Campus San Joaquín y sus calles aledañas, las que se llenaron de colores y alegría.

El término “Cuasimodo” proviene del latín “Quasimodo geniti infantes” (“Como niños recién nacidos”), que son las primeras palabras de la misa del segundo domingo de Pascua.

En Colina la fiesta religiosa fue desarrollada en conjunto entre la municipalidad, la Asociación de Cuasimodistas de Colina y la Iglesia Católica. En el recorrido se observó la devoción de los participantes y de las familias enteras, jóvenes y niños, que concurrieron a la festividad. En su mayoría de los vecinos, quienes no solamente saludan sino que se ponen de rodillas al paso del Santísimo Cristo  Sacramentado. A pesar del paso de los años las tradiciones se mantienen vigentes siendo parte de la cultura local, algo que año a año emociona a los organizadores porque la tradición del Cuasimodo está viva en la comuna y porque tambien da esperanzas de la continuidad de la festividad en el futuro.

La presencia de los jinetes ha existido desde el principio de la actividad religiosa, cuando acompañaron a los sacerdores porque corrían peligro de ser asaltados en los caminos. Con la desaparición del bandidaje, la necesidad se convirtió en tradición que hoy reúne a toda la comuna.

La celebración es organizada por las parroquias locales y los “cuasimodistas”, que son los miembros de la comunidad que participan activamente en la fiesta. Estos incluyen jinetes a caballo, ciclistas y personas en carruajes. Los participantes, especialmente los jinetes, se visten con trajes típicos que incluyen capas blancas o de colores brillantes, sombreros y pañuelos, también adornan sus caballos y carruajes con flores y cintas.

La jornada comienza con una misa temprana en la parroquia, donde el sacerdote recibe la comunión que será llevada a los enfermos, posteriormente comienza la procesión. El sacerdote, llevando el Santísimo Sacramento, va en un carro adornado, escoltado por los cuasimodistas a caballo, en bicicleta y a pie. La procesión recorre las calles y caminos rurales de la comunidad, visitando las casas de los enfermos y ancianos. En cada casa, el sacerdote baja del carro y administra la comunión a los enfermos, mientras los cuasimodistas esperan afuera, cantando himnos religiosos y rezando. La procesión es acompañada por música, oraciones y cantos. La comunidad se une en un ambiente festivo, con las calles decoradas y muchas personas observando,  participando y fortaleciendo el sentido de pertenencia y lazos entre los vecinos.

La Fiesta de Cuasimodo es una demostración de fe y solidaridad, es una manifestación cultural rica en tradiciones, que combina la religiosidad con elementos festivos y comunitarios. Esta celebración es un ejemplo vivo de cómo las tradiciones religiosas pueden integrarse en la vida diaria de las comunidades, manteniendo viva la fe y la cultura a través de los años.