Encuentro de Copleros en Purmamarca, la unión de los pueblos a través del canto

El Encuentro de Copleros es la expresión genuina de un pueblo expuesta en los copleros y copleras de distintos puntos de la provincia de Jujuy, y también de otras provincias, como de Salta, que desde temprano llegan a Purmamarca, cada uno con su caja en la mano y su tonada lista para cantar.

El Encuentro de Copleros de Purmamarca a lo largo de sus 38 ediciones ha conservado las mismas características de sus inicios, ya que no ha sido comercializado como otros festivales sino que ha preservado con firmeza los preceptos de su creación, contar con un espacio, en el cual, copleras y copleros de distintos puntos de las cuatro regiones de la provincia se junten bajo un común denominador, compartir el canto de la Copla. Un canto que ha perdurado en el tiempo, y que es un desandar de momentos vividos, porque a través de la Copla el coplero van transmitiendo sus sentimientos, sus vivencias, su vida cotidiana, su bronca, su lucha, sus amores, por eso las coplas son un reflejo de la vida misma, en las que se comparten penas y alegrías de unos y otros.

Un Encuentro que comenzó en enero del ‘84, “en los albores de la democracia” y que surgió “como respuesta a la dictadura militar, que llenó de muerte y de dolor a toda la Argentina”, como lo expresó Selva Margarita Vilte, una de las fundadoras. “Nos habían enmudecido y a partir de eso decidimos reunirnos y hacer el primer Encuentro para volvernos a mirar a los ojos y cantar nuestro canto”, sostuvo y  agregó que “le decimos Encuentro de Resistencia porque resistimos a todos los embates, políticos-partidarios, embates económicos, embates sociales y lo hacemos sin ningún tipo de finalidad de lucro, no tenemos subsidios de ninguna especie, todo se hace con el esfuerzo mancomunado de copleros, de vecinos, de la intendencia, del Club deportivo”, sentenció.

También el Encuentro es un ambiente fraterno que sirve para el reencuentro de amigos que no se ven en todo el año que vienen desde lugares muy lejanos, otros más cercanos,  y que se encuentran en este espacio para cantar coplas. Como Ángel Tolaba, que viene desde hace cuatro años “de la ciudad de El Carmen”, quien además expresó que “de chico me ha gustado coplear pero como yo me fui a trabajar lejos, he dejado un poco”,  rememorando también que “La vida me llevó para el sur, Buenos Aires, después Bariloche y así, pero estamos de nuevo aquí, como dice el dicho, “A Jujuy siempre se vuelve”, así que hemos vuelto, con más ganas de divertirse”. Palabras que refieren el ámbito que se genera en el Encuentro de Copleros en donde no existen diferencias por pertenecer a determinado lugar, aquí todos son uno, que se juntan en comunidad a cantar, a coplear, a disfrutar un día comunicándose solamente con el canto de la copla y que es también un reencuentro con el arraigo musical de los antepasados. Ése que se va transmitiendo casi sin querer de generación en generación, ya que a la mayoría de las copleras y copleros les ha nacido esa pasión por cantar coplas “desde chicos”, como bien lo refirió Doña Leonora Zalazar. Una coplera de 76 años, cantora de San Lucas, Departamento de Valle Grande, que actualmente vive en Maimará y quien manifestó que “de los 6 años canto la copla, de chiquita aprendí la copla de mis abuelos, de mi mamá, de todos ellos, nosotros sabíamos cantar coplas de chicos, escuchando a los mayores. Después ya te vas a pastear las ovejas, a cuidar los chivos y ya cantando andamos”, comentó. Un canto que también supone un aprendizaje porque como aseguró “para cantar copla no solo hay que saberse el verso, hay que tener voz también, si no vas a cantar derecho nomás, por eso hay que aprender la tonada”, además de saber tocar el complemento ineludible de la Copla, la caja, la que, como expuso Doña Leonora, “es la que lleva el ritmo de la tonada para cantar”. Tonadas que como explicó “son diferentes dependiendo de donde se viene, de mi pago es una tonada, de aquí es otra tonada”, una diversidad que queda de manifiesto en este Encuentro que congrega a copleras y copleros de distintos puntos de la provincia que traen consigo su particular modo de cantar y de componer coplas.

Se trata de gente que hace un alto en sus tareas para decir presente en este Encuentro, sin importar las lejanías, ni cuanto haya que caminar para poder tomar algún transporte que los traslade hasta Purmamarca, y ser protagonistas de una jornada que exhibe en el canto de la Copla la cultura viva de los pueblos. Ya que como aseguró Doña Selva Vilte, “el objetivo del Encuentro es rescatar y revalorizar la Copla como una de las expresiones culturales más genuinas del pueblo, el canto popular que se estaba perdiendo ha vuelto a resurgir, ahora todo el mundo se siente orgulloso de cantar su copla porque es cantar a su tierra y a su gente”, aludiendo que en este espacio “no hay competición, no hay escenario, no hay micrófono, es unirnos en el canto”.

De ahí es, que la Copla es sinónimo de integración entre los pueblos, algo que se percibe caminando por el predio dispuesto para el Encuentro, en donde copleras y copleros van pidiendo permiso para incorporarse a las distintas ruedas y compartir por un rato ese canto integrador. Es por eso que, como bien dijo Doña Selva Vilte, “la Copla no tiene dueño, la Copla una vez que se canta en la rueda ya pertenece al pueblo”. Un pueblo que durante toda esta jornada cantará sus pesares y alegrías hasta que el sol comience a ocultarse, determinando el punto culmine para que muchos guarden sus cajas, acallen sus gargantas y decidan regresar a sus hogares, llevándose consigo la añoranza del momento vivido, y el anhelo en el pecho de que “para el año van a volver”, para seguir diciendo presente y a través de su canto revalorizar esta expresión genuina, cuyo valor intangible es continuar preservando la identidad cultural de un pueblo.

 

 

 

 

 

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