Los vecinos de la ciudad histórica sienten la misma fe y devoción que los de Tilcara por la Virgen de Copacabana del Abra de Punta Corral y los de Tumbaya por la de Punta Corral. Tanto es el amor por la Madre Santa que se han tejido varias historias sobre cómo la misma llegó a Cuchillaco para posteriormente ser venerada.
La localidad de Cuchillaco se encuentra distante a unos 18 kilómetros de la ciudad histórica y su nombre significa “agua de chancho” en quechua. Allí todos los años para el mes de abril los habitantes del pequeño poblado y de localidades aledañas se predisponen a unir esa distancia que los separa de la ciudad capital del Departamento en una peregrinación que dura horas. Su única motivación es la Fe que sienten por su Protectora: la Virgen de Copacabana de Cuchillaco.
Una imagen de la cual se han tejido varias historias sobre cómo la misma llegó a Cuchillaco para posteriormente ser venerada. Una de ellas cuenta que Don Benicio (oriundo del lugar) en una oportunidad viajó junto a Don Méndez, esclavo de la Virgen de Copacabana de Punta Corral, a Bolivia; con el fin de encargar la realización de la imagen para aquel Santuario. Al regreso de ese viaje, Méndez le regaló una estampita de la Virgen, con la cual Don Benicio hizo hacer una réplica; con la que posteriormente conjuntamente con otros pobladores de la región subían a la peregrinación de Punta Corral. Otra es un poco más misteriosa, ya que habla de un hombre, del que nadie conoce su nombre, que un día llegó al paraje de Cuchillaco con un bulto en el cual llevaba una imagen que era similar a la de la estampita de la Virgen de Punta Corral. Dicen que el hombre pagó su estadía en el lugar y posteriormente desapareció sin dejar rastros y nunca más volvieron a verlo, pero dejó la imagen de la Virgen en el lugar. La tercera es un tanto más enigmática, y relata que los pobladores de Cuchillaco, quienes eran muy devotos de la Virgen de Copacabana de Punta Corral, participaban de la peregrinación todos los años. Pero un año no pudieron regresar al santuario ubicado en el Departamento de Tumbaya, por lo que los esclavos Dionicia y Guillermo Torres le obsequiaron una estampita con la imagen de la Virgen a una de las peregrinas llamada Josefa. Transcurrido un tiempo, una noche, de la nada –como relató la gente del lugar- apareció en Cuchillaco un retocador de imágenes, llamado Dionisio; quien pasó por el domicilio de Hipólita Puca ofreciendo su trabajo, la cual le pidió que hiciera una réplica de la estampita de la Virgen de Copacabana. La imagen fue tallada en madera y cubierta por un material desconocido que se asemeja a la roca. Luego de entregar su trabajo, cierto día al atardecer, el retocador de imágenes partió del lugar; pero lo extraño fue que, cuando Hipólita les preguntó a sus vecinos si lo habían visto, recibió como respuesta que no habían visto a nadie ajeno al pueblo, y allí surgió el interrogante de si ese desconocido, había sido en realidad un hombre o tal vez una aparición.
Todas estas anécdotas se ciernen en torno a la imagen de la Virgen de Copacabana de Cuchillaco, pero a pesar de que los datos difieren unos de otros, lo que todos recuerdan por igual es que, en aquellas primeras peregrinaciones, “bajaban con el erque, el tambor y nada más”. Era un misachico que congregaba en sus comienzos a un puñado de devotos “alrededor de diez a quince personas no más”, pero con el transcurso de los años “se sumaron las Bandas de Sikuris y la gente empezó a tener una alternativa más de peregrinación”. Una peregrinación que como sostienen se dio porque son “muy creyentes, como lo es toda nuestra cultura humahuaqueña”, por lo que concurren con sus “pedidos a rendir nuestra peregrinación a esta Virgen de Cuchillaco”.
La jornada en honor a la Virgen de Copacabana y los Amitos de Cuchillaco comienza con el primer albor del día, a las seis de la mañana, con el rezo de la aurora, una hora más tarde sirvieron el desayuno comunitario. Luego partieron en un camino de descenso entre medio de los cerros, con la Virgen de Copacabana de Cuchillaco acompañadas de sus “visitas”, como les llaman a las imágenes de otros Santos o Vírgenes que acompañan en la peregrinación. La gélida brisa fue la compañía permanente de las primeras horas de la mañana, castigando impiadosa los rostros de los devotos.
Después de un peregrinar de alrededor de dos horas a través de un sendero pedregoso, rodeado del paisaje característico de la Puna, los fieles llegaron al Calvario del Abra. Allí, compartieron un reconfortante mate con bollo casero, para continuar posteriormente con la marcha por las Quebradas de Soledad y la del Mal Paso hasta llegar a la recepción de las familias Lamas y Corimayo. Alrededor del mediodía los gauchos de Toyondo recibieron a los peregrinos con un refrigerio que les permitió apaciguar el aplastante calor y poder seguir con la ardua caminata hasta Aguas Blancas, en donde la gente de ese lugar esperó a los feligreses con un almuerzo comunitario. Luego del merecido descanso y de saciar la sed y el hambre, recobrando las fuerzas necesarias, emprendieron nuevamente la extenuante peregrinación hacia la ciudad de Humahuaca, adonde arriban aproximadamente después de las cinco y media de la tarde. Una peregrinación de algo más de diez horas, recorriendo 18 kilómetros a pie, que expone la profunda Fe y devoción que siente cada uno de los peregrinos por su Virgencita. Algo que quedó plasmado en las palabras del Intendente de Humahuaca “Lito” Herrera quien dijo que “la Virgen de Cuchillaco significa para los humahuaqueños lo que significa la Virgen de Copacabana del Abra de Punta Corral para los tilcareños y la de Punta Corral para los de Tumbaya”. Un sentimiento que este año contó con la participación de una gran cantidad de bandas de Sikuris y mucha gente que acompañó a la imagen desde el Santuario hasta la ciudad histórica. Un momento que como describió el Intendente tuvo “un marco espectacular” por “los miles de peregrinos que asistieron a la peregrinación”. Sin dudas esta celebración tiene una significativa relevancia para los pobladores del Departamento de Humahuaca y uno de los factores primordiales es el acondicionamiento de los caminos que todos los años son afectados por las lluvias. Un trabajo que fue realizado por el municipio y el cual demandó varios días, debido a que no se puede acceder a los mismos con máquinas porque son caminos de herradura. Pero ni la lejanía, ni el clima hostil, ni el camino dificultoso pudieron abatir a los peregrinos, quienes el 25 de abril emprendieron el regreso desde la ciudad de Humahuaca hacia Cuchillaco. En horas de la tarde arribaron al paraje, con el cansancio acumulado en el cuerpo y el regocijo y la satisfacción en el corazón, en una peregrinación desde y hacia el paraje de Cuchillaco; que provoca tal como lo describió “Lito” Herrera “que vuelva a rebrotar en cada uno de ellos el sentimiento católico de una esperanza viva y de hermandad para todos los humahuaqueños y de un futuro mejor para los jóvenes”.
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