Reminiscencias musicales de la América Oculta revivieron en las Ruinas de San Ignacio Miní

El eminente concierto llevado a cabo por la OIANT  (Orquesta de Instrumentos Autóctonos y Nuevas Tecnologías) de la Universidad de Tres de Febrero, rescató la sonoridad ancestral de instrumentos musicales indígenas olvidados combinados con las nuevas tecnologías electrónicas, dando como resultado un espectáculo musical único y sublime.  

Las Ruinas de San Ignacio Miní de la provincia de Misiones, declaradas Patrimonio Mundial de la Humanidad por la UNESCO en el año 1984, fueron el ámbito ideal, en la tarde-noche del pasado domingo 27 de octubre, para ponderar y recrear, en el Mes de la Diversidad Cultural, el arte sonoro de antiguas culturas. El escenario montado sobre lo que fue, en épocas anteriores el patio central de este emblemático e histórico lugar, con el pórtico jesuítico como telón de fondo creaban un ambiente singular. Es que el lugar en sí, como bien lo expresó Alejandro Rossi, Director de la Orquesta de Instrumentos Autóctonos y Nuevas Tecnologías (OIANT), de la Universidad de Tres de Febrero (UNTREF), “tiene un magnetismo, una energía ferviente extraordinaria, es la conjunción de una santidad autóctona que encuentra con la búsqueda de una santidad europea”.

«Desde el punto de vista artístico somos tributarios del pensamiento propio que comenzó en la colonia»

Una conjunción que llevó a ese sincretismo artístico que nutre al arte musical americano en todas sus expresiones, tal cual lo apuntaló Rossi, al afirmar que el repertorio interpretado por la orquesta, “es lo que cada uno de los latinoamericanos somos, es decir somos tributarios de los maestros precolombinos, de los grandes pensadores medievales y renacentistas que vienen con la colonización, somos hijos de esa unión de culturas que tan extraordinariamente se manifiesta aquí, entre lo mejor de Europa y lo mejor de nuestro continente, desde el punto de vista artístico somos tributarios del pensamiento propio que comenzó en la colonia”.

“el presente musical en el mundo, el que manejan las grandes discográficas, es deplorable…»

Reflejo de este concepto es lo que se vio sobre el escenario, en donde, el despliegue escénico de los intérpretes, la música y el entorno, transportaban a los presentes a un momento ceremonial sagrado. En el cual quedaba explícitamente marcado la preponderancia de esos instrumentos musicales autóctonos, que, seguramente para esas comunidades indígenas fueron parte esencial de sus culturas, cumpliendo un rol importante, con un calendario que marcaba cuando y para qué debía ejecutarse cada uno de ellos.  Porque para las culturas antiguas la música no era un mero entretenimiento, era algo fundamental ligado a lo ceremonial, a lo espiritual, a lo sagrado. Una concepción que se ha ido perdiendo, por lo cual para Alejandro Rossi, “el presente musical en el mundo, el que manejan las grandes discográficas, es deplorable, hace muy poco Charly García dijo, -cada vez hay menos acordes, cada vez la poesía ya no existe-, sin embargo, creo que, como en los grandes tiempos difíciles siempre hay un nicho de resistencia que trabaja para que la conciencia humana se expanda y no lleve a una decadencia, a una especie de entropía generalizada que termine con todo”.

“esta orquesta ha estado generando un corpus que es a la vez artístico y académico»

Y la OIANT es parte de esa resistencia, ya que, como comentó Alejandro Rossi, “desde el año 2015 hemos creado en la Universidad, la Licenciatura en Música autóctona, clásica y popular de América, que es la única licenciatura que trabaja sobre esos tres vectores, sin diferenciar lo que es clásico de Europa pero también de América, que hemos tocado hoy, y lo popular que también se ha generado en América cuando escuchamos a Naná Vasconselos y Milton  Nascimentos, y lo erudito en compositores como Leo Brouwer, Heitor Villa Lobos, Alberto Ginastera, Carlos Chaves”. Una resistencia que viene desde hace ya un prolongado lapso de tiempo, puesto que, como comentó el director de la OIANT, “esta orquesta cumple 20 años en la Universidad Nacional Tres de Febrero, y desde el año 2004 ha estado generando un corpus que es a la vez artístico y académico, pero por supuesto quienes estamos en esta orquesta estamos trabajando en esta dirección musical hace más de 50 años”, y que, en el caso de Alejandro Rossi ha tenido una formación, “como compositor de música electroacústica, como compositor de música instrumental, y como intérprete”.

«conciertos en el Desierto del Sahara, en la Biblioteca de Alejandría en Egipto, con las comunidades maoríes en Nueva Zelanda…»

Un extenso recorrido musical en el cual la Orquesta de Instrumentos Autóctonos y Nuevas Tecnologías (OIANT), de la Universidad de Tres de Febrero (UNTREF), ha desplegado su arte internacionalmente, realizando conciertos, por ejemplo, en el Desierto del Sahara, en la Biblioteca de Alejandría en Egipto, con las comunidades maoríes en Nueva Zelanda, entre otros escenarios del mundo.

Y este concierto realizado en la provincia de Misiones sirvió de corolario para refrendar los 20 años de trayectoria de la orquesta rescatando las sonoridades musicales de la América Oculta, llevándolas a otro plano en esa fusión con las nuevas tecnologías. Un arduo trabajo que va cumpliendo su objetivo, porque como quedó expuesto en el concierto, ver el disfrute reflejado en los rostros de los niños de una comunidad guaraní al cantar en su lengua nativa, y la activa participación del público presente, replicando a través de la danza lo que sugestivamente se transmitía desde el escenario; son un aliciente para pensar que esa música ancestral aún tiene futuro.

 

 

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