Encuentro de Copleros: el canto comunitario

La copla, sinónimo de integración entre los pueblos, es además el canto ancestral de agradecimiento para el tiempo de cosecha.

Dentro de la provincia de Jujuy muchos pueblos pertenecientes a la Quebrada y a la Puna aún siguen conservando a través de festivales o encuentros, algunos de una larga trayectoria, esta expresión ancestral que es el canto de la Copla. Un canto que es también una expresión genuina de hombres y mujeres, en el cual reflejan, el lugar donde se vive, las querencias, la vida misma con alegrías y tristezas volcadas en cada rima.

Sin embargo algunos pueblos como la capital arqueológica, la que a pesar de tener un evento como el Enero Tilcareño, en el que, como dijo Eduardo Escobar, Secretario de Cultura del municipio, “todas las expresiones culturales de alguna manera están presentes”, le faltaba un espacio para la Copla. Por este motivo es que, desde hace dos años, por iniciativa del Intendente de Tilcara, Ricardo Romero, conjuntamente a su equipo perteneciente a la Secretaría de Cultura de la municipalidad, gestaron un espacio para que se desarrolle un nuevo encuentro de copleros en la Quebrada, denominado “Tilcara canta a la Copla”. El cual como referenció Escobar, “la idea es un poco reivindicar y tener esa mística dentro del Enero Tilcareño, donde todo es un nexo, todo es una comunión”.

Un espacio que también sirve para reivindicar a esos referentes que son la esencia de esta expresión cultural, ya que como comentó el Secretario de Cultura, “las copleras me han sugerido rendirles un homenaje a los viejos copleros, sobre todo a Don Esteban Sajama, a Josefina Aragón de Vilte, a Indalecia Álvarez Prado, a Hilario Cayo y hemos hecho todo esto y la verdad que ellos se han sentido contentos de que realmente haya un reconocimiento en vida”, un reconocimiento que es más que merecido por ser, “transmisores y hacedores de la cultura, a los que hay que respetar, honrar y homenajear”.

Pero como siempre que surge algo nuevo pero similar, que busca reivindicar, preservar y transmitir a las nuevas generaciones esa expresión ancestral del canto de la Copla, existen aquellos que a ese nuevo espacio lo llaman “competencia”. En referencia a esto Eduardo Escobar puntualizó que “nosotros no queremos competir con el Encuentro de Copleros de Purmamarca, acá se reivindica lo que es Purmamarca porque seguramente que esta misma gente que ahora está acá, va a estar cantando en Purmamarca y después van a ir a Bárcena y así”, porque como bien afirmó, “en donde se canta copla, el que es coplero, el que vibra frente a esta cultura, quiere estar no importa en qué lugar sea, ni dónde”. Además indicó que este es un espacio para “retomar las cajas y recordar un poco con nuestras copleras”, como cuando “en un viejo camión los llevaba a participar a los encuentros de copleros en Purmamarca”.

Otra de las particularidades del Encuentro de Copleros, “Tilcara canta a la Copla”, es que el mismo se realiza en la plaza central de Tilcara, en donde, no solo se congregan las copleras y los copleros, sino que además allí se prepara el almuerzo que posteriormente se va a compartir. Un almuerzo que consistió en un picante de mondongo, que fue preparado por el mismo Eduardo Escobar, quien además de Secretario de Cultura, es chef, y siempre ha tratado de reivindicar también los saberes y sabores ancestrales ligados a la gastronomía regional. Para Eduardo que este encuentro se realice en la plaza le resulta “maravilloso”, porque es una manera de que “los espacios públicos se reivindiquen y esté presente la cultura popular”, además, “esto de cocinar en la plaza va creando un ambiente que se da comunitariamente porque un poco todos colaboran entre todos”.

Mientras Eduardo y sus colaboradores seguían preparando el almuerzo, los viejos copleros, que habían tenido su merecido reconocimiento, se disponían a chayar el mojón erigido a la sombra de un viejo molle. Allí vertieron cerveza y chicha -bebida tradicional e infaltable en cada copleada- agradeciendo a la Pachamama y pidiendo, sobre todo, salud, para poder continuar expresándose a través del canto de la copla. Inmediatamente el retumbe de las cajas no se hizo esperar y comenzaron a resonar a viva voz las coplas en las ruedas que se armaron alrededor y al lado del mojón. Fue el momento en el que los turistas presentes empezaron a conocer el canto expresivo de la gente de la región, ya que para este encuentro vinieron copleros desde Humahuaca, Maimará y por supuesto Tilcara.

Una de las copleras venidas desde Maimará fue Doña Josefina Aragón de Vilte, digna expositora de los valores culturales, quien hace “más de sesenta años” que coplea. Una tradición que le han enseñado “desde chica y me gustó y como mi marido era coplero sabíamos ir a señaladas y a marqueadas”. Una costumbre, la de coplear, que realiza “todos los años”, a lo largo de la Quebrada, porque “donde hay copleada vamos siempre”, como una forma de “seguir luchando”, porque “si nosotros no nos asomamos a cantar, quiere decir que ya estamos borrando, ya estamos dejándonos, y no queremos perder la cultura, porque hay que rescatar los valores ancestrales y por eso nosotros mantenemos la cultura viva”. Una cultura que ella vive a diario ya que “en la casa cuando estoy cocinando voy cantando”, y que conoce y respeta a ultranza porque como dijo “cada copla tiene su tiempo para poderla cantar”. Describiendo que “hay coplas que son contrapuntos, hay suaves, hay agresivas, hay picantes, hay religiosas, hay serenatas para virgen, todas las coplas hay, según el tiempo”. Coplas que después de agosto “ya no se cantan”, hasta “esta época (por enero) y Carnaval” y que después “en semana santa”, se interpretan, “otros tipos de canto más tristes porque son relacionados con la pasión y muerte de Cristo, también el ritmo es distinto, muy triste, que se hace con la caja, pero muy lento, no es como para Carnaval, que es rapidito, más alegre”.

Pero tal vez dentro de la copleada el contrapunto sea una de las versiones de la copla que despierta mayor interés por escuchar entre quienes asisten a ver un encuentro, porque como apuntó Doña Josefina es como “una conversación” que se da entre dos copleros. En el contrapunto a veces se tiene que “inventar” en el instante o “tener preparadas las coplas” porque “te van cantando, te van cantando, tenés que estar rápido, ya salir con otra, y otra y otra, no tenés que demorar, tenés que contestar enseguida porque si no contestás, ya perdés”. Además de esa dinámica de diálogo fluido y veloz, el contrapunto, para otros también “vendría a ser como el piropo de hoy”, tal cual lo referenció otro de los virtuosos exponentes de la Copla, Leocadio Toconás, oriundo de Pueblo Viejo, una localidad ubicada en la zona rural del Departamento de Humahuaca. Esa afirmación le nace porque “siendo joven de dieciséis años”, tuvo su, “primer novia a través del contrapunto”. Para Leocadio el contrapunto, “no nace únicamente con la rueda, uno se puede contrapuntear de un cerro a otro, mientras cuida a las ovejas o está en un rastrojo, uno va cantando fuerte y se va contestando. Y después ya cuando estamos en la rueda, ya de frente, ahí ya nos decimos la copla que nos cantamos a la distancia”. Para él, el contrapunto “no es una competencia”, es un espacio en donde las coplas tienen que ser “creadas”, no “imitadas”, tienen que “nacer de uno mismo para cantarle a la otra persona, tiene que llegar al corazón de la otra persona, a quien va dirigida la copla, tiene que recibirla, sino no sirve”.

Es por eso que la copleada tiene una mística especial con muchas particularidades, como el intercambio de los copleros por las distintas Ruedas de Coplas, en donde, como comentó Doña Josefina Aragón de Vilte, “se intercambian las tonadas, las letras, uno canta a su manera, otro canta de otra manera, y uno va a escuchar como cantan de esos lugares, distinto”. Para eso se intercambian las ruedas, pero “las coplas son las mismas, algunos cantamos rápido y nos falta una letra, si cantas lento te sobra una letra, a veces tenés que aumentarle una letra y a veces tenés que dejarle una letra dependiendo del ritmo y de la forma de como canta cada uno”.

Ahí surge la “tonada”, que como explicó Leocadio Toconás, “está muy ligada a la región en donde se vive, porque la gente del Valle tiene una tonada, nosotros de la parte más del norte tenemos otra tonada, aquí en la Quebrada hay otro tipo de tonada, la Puna hay otra, cada una tiene una tonada distinta”. Por lo que la Copla dijo, es “como una comunicación, tiene un ir y venir con la naturaleza, la gente que canta baguala, por ejemplo, tiene una tonada muy alargada porque la copla tiene que ir buscando adónde encontrar un eco, puede ser un árbol, puede ser un monte, por eso son bien alargadas las tonadas que cantan ellos. En cambio, lo nuestro es más corto, nosotros cantamos y enseguida encontramos el retumbo en el cerro. En la Puna cantan mucho más alargado que nosotros porque los cerros están mucho más lejos. La copla es una integración comunitaria de todos los pueblos, generalmente en esta época nos vemos, no nos conocemos capaz, pero nos conocemos a través de la copla, del canto, sabemos de dónde venimos, de donde somos, nos encontramos una vez al año y después desaparecemos y volvemos a reencontrarnos para el año”.

También mencionó que “la copla es un canto comunitario, una parte del ser ancestral”, una afirmación que se contradice con la que exponen algunas personas que se empeñan en afirmar que la copla tiene orígenes europeos. Una teoría que Leocadio refutó diciendo que, “el nombre copla es español, pero la esencia es nuestra, ahora se le llama copla, pero antes era un canto propio de las ceremonias que se hacían en distintos lugares, como la ceremonia al agua, la ceremonia a las plantas, a los animales, a los cerros. Hoy por hoy nosotros tenemos en Humahuaca el “Qapaq Raymi, la Fiesta de la Cosecha”, de la abundancia, que, si bien está un poco cambiada, pero todo este mes nosotros hacemos un agradecimiento a través de los festivales, como el del Ovino y la Copla, del Queso y la Cabra, del Churqui y el Cardón”, entre otros. “Todos esos festivales tienen una esencia cultural ancestral que han dejado nuestros pueblos originarios. Para mí la copla es de las comunidades más que nada, si bien ha venido a los pueblos porque la gente se vino a vivir a los pueblos, pero la copla es propia de los pueblos de las zonas rurales porque ahí es donde está la esencia, agradeciendo a las cosas con las que convivimos”. Además de ser “la expresión interior de uno mismo porque a uno a veces le cuesta hablar en forma abierta, pero a través de la copla uno se puede comunicar y cantar con mucho más fuerza y decir cosas que por ahí no las puede decir charlando”. Algo que se da no solo en la vida cotidiana sino en los encuentros, en donde como contó Leocadio, “hay mucha gente mayor también que saben coplas, pero a veces no se animan a cantar en la rueda, por ejemplo, yo tengo un taller de coplas en Humahuaca, en donde invito a toda la gente que quiera cantar, entonces primero practicamos hasta que se puedan integrar en la rueda”.

Una manera para que continúen sumándose más cantoras y cantores a esta expresión que significa la “cultura viva” de cada región. Pero también otro de los pilares fundamentales para que estas expresiones culturales se mantengan inalterables a través del tiempo es la transmisión de esos valores a las nuevas generaciones. Algo que a Doña Josefina le preocupa porque como expresó, “los jóvenes raras veces se suman porque a ellos les gusta música cumbia nomás, coplas no quieren aprender, en algunos lugares hay muchos jóvenes cantores por ejemplo Rodero, Juiri, Bárcena, Purmamarca, pero acá en esta zona (Tilcara, Maimará) y en Abra Pampa ya no hay cantores, tiene que sumarse más juventud”. Sin embargo existe un panorama alentador para la conservación de este canto comunitario ancestral, que se da por ejemplo, “en las zonas rurales”, en donde como aseguró Leocadio Toconás, la Copla, “sigue intacta con mucha más vida, con más fuerza porque es algo normal, generalmente todos los jóvenes cantan coplas porque al compartir todas las ceremonias con la gente mayor, cantan coplas”. También comentó que en el Encuentro de Copleros de Purmamarca “participa mucha gente joven, si bien algunos muchas veces no saben las coplas, pero se integran enseguida y empiezan a cantar”, otros, “llevan un machete y van cantando la copla hasta que van aprendiendo. Eso es muy bueno para todos nosotros que cantamos la copla, es una cosa muy linda que los jóvenes puedan retomar estas cosas”.

Sin dudas la participación de los jóvenes es muy importante porque eso significa que esta expresión cultural está garantizada por bastante tiempo más, como así también tiene el mismo grado de importancia que cada pueblo tenga y conserve un espacio. En donde los copleros, cada uno con su tonada particular, ya sea, quebradeña, puneña, vallista o yungeña puedan expresarse y decir, entre otras tantas coplas: “Pido permiso señores, permiso para cantar, voy a cantar una Copla, Cultura de mi lugar”.

 

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