Las Estancias Jesuíticas fueron antiguos establecimientos agropecuarios diseñados y administrados por los Padres de dicha orden, ubicados en la actual provincia de Córdoba.
La Orden Religiosa que llegó desde España en el año 1599 fue la Compañía de Jesús, la que estableció un sistema espiritual-cultural-productivo y espacial único en la América hispana. Incluso tras la Pragmática Sanción de 1767 del rey Carlos III de España, que expulsó a los jesuitas del continente, las acciones materiales y espirituales de la Orden dejaron fuertes huellas que marcaron el posterior desarrollo cultural económico y territorial de la provincia de Córdoba.
Dicho sistema centrado en la ciudad de Córdoba, entonces capital de la extensa “Provincia Jesuítica del Paraguay” (que comprendió territorios dependientes de Argentina, Bolivia, Brasil, Chile, Paraguay y Uruguay), se organizó alrededor de las “empresas” educativas y espirituales de la Compañía, dando origen al Colegio Máximo en 1610, la Universidad en 1622, el Colegio Convictorio de Nuestra Señora de Montserrat en 1687 (fundado en ese año, pero recién instalado en su actual emplazamiento en 1782, tras la expulsión de la Compañía) y el Noviciado hacia 1710.
Para asegurar el sustento económico de esos emprendimientos se organizó y consolidó un sistema de estancias que fueron establecimientos rurales productivos, comenzados en 1615, y situados en el interior de la provincia de Córdoba. Estas estancias jesuíticas fueron seis: Caroya (1616), Jesús María (1618), Santa Catalina (1622), Alta Gracia (1643), La Candelaria (1678) y San Ignacio (1725).
Cada estancia tiene su propia iglesia y conjunto de edificios, alrededor de los cuales crecieron las ciudades como Alta Gracia, la más cercana a la Manzana Jesuítica. La cual comprende: la Capilla Doméstica, el Colegio Nacional de Monserrat, la Iglesia de la Compañía de Jesús, la antigua sede de la Universidad Nacional de Córdoba y la Residencia.
Las estancias comienzan a edificarse en el año 1608, a raíz de que, en el año 1599 los jesuitas radicados en Córdoba residían por aquel entonces en una pequeña ermita, que pronto resultó insuficiente para albergar a religiosos, estudiantes y fieles. Sucesivamente se agregan las construcciones destinadas a los Colegios.
Tras la expulsión de los jesuitas en 1767, la Manzana Jesuítica fue asignada a los franciscanos, luego al clero regular y a partir de 1820 pasó a depender del gobierno de la provincia de Córdoba. En el año 1854 se nacionaliza la Universidad y el Colegio de Montserrat, constituyendo el núcleo original de la actual Universidad Nacional de Córdoba. La Orden Religiosa de la Compañía de Jesús regresó a Córdoba en el año 1853, pero solo se le restituyó la Iglesia, la Capilla doméstica y la Residencia.
Por todos estos valores patrimoniales e históricos únicos asociados a los testimonios jesuíticos en Córdoba, la UNESCO reconoció este acervo cultural heredado por la Orden de la Compañía de Jesús, determinando la inscripción de este conjunto de construcciones dentro de la lista de Patrimonio de la Humanidad en el año 2000.
De esta manera, el sitio denominado “Manzana y Estancias Jesuíticas de Córdoba” está compuesto por seis conjuntos: la Manzana Jesuítica en la ciudad de Córdoba y las Estancias de Caroya, Jesús María, Santa Catalina, Alta Gracia y La Candelaria. Cabe aclarar que la única Estancia que no integra el área protegida como Patrimonio de la Humanidad por UNESCO, y que formó parte de estas construcciones, es la de San Ignacio (cercana a la localidad de Santa Rosa de Calamuchita), la cual está literalmente reducida a escombros.
Con una extensión de alrededor de 250 kilómetros el “Camino de las Estancias Jesuíticas”, que se encuentra encumbrado dentro de un majestuoso paisaje serrano, constituye un itinerario turístico cultural, en el cual se expone el patrimonio arquitectónico, cultural y religioso, valores que marcaron la identidad de la provincia mediterránea.
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