Como todos los años la familia de Gabriel Quispe continúo con la tradición legada por sus abuelos, en donde el compartir, la música y el canto de la copla fueron protagonistas de dos jornadas de fiesta y algarabía.
Esta fecha tan particular no solo de agradecimiento a la Pachamama sino también la despedida de la alegría infinita, “fue algo único acá en Juella y después ya se fue implementando en Uquía y Volcán y ahora ya hay Carnaval de Flores por todos lados”, indicó Gabriel Quispe. Añadiendo que “este Carnaval de Flores viene de años ya, muchos más años que las comparsas incluso, esto ha sido creado por mi abuelo porque había hecho un virqui de chicha y nos encontramos ese domingo a terminar esa chicha y ahí nació el Carnaval de Flores. Nacía ahí y ahí terminaba en la casa de mis abuelos pero después fue pasando el tiempo y fue más y más”. De hecho actualmente la fiesta comienza en la casa de la familia Quispe para luego extenderse en las diversas invitaciones en las casas de los vecinos de Juella.
Un Carnaval de Flores que con el tiempo fue creciendo no solo en participantes sino también cuando “en el ’91 cuando fue lo de los Copleros de la Flor del Durazno ya se implementa más el sábado sino antes era el domingo nada más”. Y como toda fiesta que crece, en algún momento corre el riesgo de perder la esencia original, tal cual lo referenció Gabriel al decir que “después pasó un momento que se hizo como comercial con tarjeta y después quedamos nosotros muevamente y decidimos, con mis hermanos que somos todos grandes, conservar lo que mis abuelos nos legaron y esto vamos a seguir mientras podamos, y tengamos el valor”. A partir de ahí esta fiesta volvió a recuperar la raíz de su esencia, que es el compartir un momento grato entre familiares, vecinos, invitados y hasta desconocidos que se acercan a Juella a conocer qué significa o qué es el Carnaval de Flores.
Para muchos el Carnaval de Flores es el último momento para compartir una rueda de coplas y fundamentalmente el agradecimiento a la Pachamama por todos los dones recibidos. Por eso toda se da en un marco comunitario, como bien lo comentó Gabriel Quispe ya que en esta fiesta “participa toda la familia”, no solo de la fiesta en sí sino también de los preparativos.
“Ahora la familia nos organizamos, y así ponemos un poquito todos, para la comida y la bebida, como vino, gaseosa, cerveza y nosotros nos sentimos muy orgullosos de poder continuar y que este año sea así. También los vecinos colaboran y gente que viene de lejos y traen packs no solamente de vino sino de cerveza, de gaseosa, un poco de mondongo, de papa y por eso este año estamos muy contentos porque no pensábamos que iba a ser de esta magnitud porque antes la comida acá faltaba y ahora se dio de comer a todos los que vinieron”, resaltó Quispe. Por lo que agradeció “a todos los que el año pasado se habían comprometido a traer algo para el Carnaval de Flores y han hecho llegar su ofrenda y a todos los que han donado algo”. De esa
manera se va forjando una tradición que tiene además del compartir una comida o una bebida, otras cosas muy importantes que son las coronas de flores que se preparan en señal de agradecimiento. Las coronas representan como bien lo explicó Gabriel Quispe “el Carnaval de Flores por eso todas las coronas son de flores, ahora ya no le ponemos frutas, antes le poníamos las mejores frutas, las mejores verduras pero es como muy pesado para llevar”, en sí las coronas de flores son similares o tienen la misma representatividad que “la sarta que los Diablos llevan al mojón para despachar al Carnaval”. Esta ofrenda se hace para “agradecer al Carnaval de Flores de todo lo que nos da, de toda la producción que tenemos, que son la producción de frutas y de hortalizas, que son siempre lo mejor”, acentuó. Las coronas de flores son chayadas con cerveza durante la jornada del domingo para luego ser llevadas al anochecer de ese mismo día al mojón y asi despedir al Carnaval de Flores. Pero antes de eso, luego de ser chayadas, se las colocan sobre los hombros a quienes presiden la
comparsa Los Copleros de la Flor del Durazno para que las transporten durante el festejo del día domingo. Asimismo también ese día se chaya la bandera del Carnaval de Flores. Después de haber chayado tanto las coronas como la bandera comienza la fiesta al son de las trompetas, todos bailan, mientras el papel picado y la nieve de cotillón envuelven a todos los presentes para empezar a vivir la última jornada de este Carnaval de Flores.
Un Carnaval que empezó el día sábado justo antes del mediodía, en donde la familia Quispe fue recibiendo a los invitados y que fue una jornada exhausta, puesto que como comentó Gabriel “estamos cansados por no dormir, atender, dar el vino y también hay que variar porque a la noche hace frío y damos un yerbiado, un tesito de anís o un vino hervido y así”, ya que durante la madrugada del domingo “Nos amanecemos cantando coplas, toda la noche atendemos a los que no van a bailar y se vienen para mi casa”. Brindando una atención a sus invitados como en los carnavales de antaño, en los cuales las familias anfitrionas atendían muy bien a sus invitados para que se fueran contentos y les desearan buena suerte para el año y volvieran para el siguiente. Es por eso que a este Carnaval de Flores que organiza la familia Quispe de Juella hay muchos que regresan, y que no solamente son vecinos del lugar sino también de otras localidades e incluso de otras provincias. Tal es el caso de Sergio Vargas, oriundo de Iruya, quien vive actualmente en Tilcara, La Banda, quien dijo que todos los años se llega a esta fiesta porque “ésa es la costumbre que me han dejado mis abuelos y esa costumbre no puedo olvidar nunca, me gusta la copla y venir a la casa de Gabriel Quispe que hace este Carnaval de Flores”, ya que para él es algo “único”. A Sergio lo acompaña mucha gente también oriunda de Iruya, su tierra natal, pero que viven actualmente en San Salvador de Jujuy, la localidad salteña de Güemes y de Salta capital.
Durante las jornadas del sábado y domingo posterior al Carnaval Chico se vive en Juella una fiesta única en donde confluyen dos rasgos característicos de la gente de la zona, una es el compartir, y otra es el sinónimo de integración que es el canto de la copla. En todas las invitaciones se comparte las bebidas tradicionales como la chicha y el saratoga, bailando de a ratos con la música de la banda y en otros cantando en la rueda de copleros. Así, hasta que la jornada del domingo empiece a mostrar las sombras de la noche, momento en el cual todos se disponen a dirigirse al mojón a despedir al Carnaval de Flores hasta el próximo año. Para la familia de Gabriel Quispe es una satisfacción haber podido cumplir un año más con la tradición heredada, tal cual lo mencionó Gabriel diciendo que “nos sentimos orgullosos por estar siempre conservando las costumbres, la esencia eso para nosotros es lo principal. Mientras nosotros estemos, yo esté, vamos a seguir conservándolo, vamos a seguir con nuestra tradición del Carnaval de Flores hasta que Dios diga basta”.
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