El Jueves de Ahijaditos en Tilcara desbordó de música y algarabía

Como un preludio de lo que será el Carnaval jujeño, se vivió una jornada en donde el júbilo, la felicidad, la exaltación y la alegría fueron parte del clima que se contagió entre propios y extraños.

Como desde hace muchísimos años se celebró el Jueves de Ahijaditos, organizado por la Agrupación Los Ahijaditos que justamente le da el nombre a esta fecha tan particular y cuyo origen, como bien lo describió Karina Bustamante, una de las integrantes, “surge cuando formaba parte de otra denominada Los Pecha Pecha, ahí como estaban los adultos en aquel momento de la comparsa ésa, empezaron a apadrinar a los ahijaditos que eran los más jóvenes, que eran los que cantaban y ponían la voz alta. Entonces los papás de los chicos empezaron a decir son los ahijados y de ahí surge la Agrupación Los Ahijaditos”. Un hecho que sucedió “Hace algo más de 30 años atrás”, y que no solo significó la creación de otra agrupación carnestolenda sino que además implementó un nuevo día de festejo previo al Carnaval. Desde ahí en más para el jueves anterior al Jueves de Compadres se comenzó a festejar el Jueves de Ahijaditos, que se fue transformando con el tiempo en una fecha “muy clásica”. Inclusive, “existe una ordenanza municipal que estableció para Tilcara el Jueves de Ahijaditos”, así lo indicó Eduardo Díaz, integrante de la agrupación desde hace 34 años.     

Pero a pesar de que “acá en Tilcara sabíamos que era Jueves de Ahijaditos y se convocaban los jóvenes para festejarlo, sin embargo no estaba incluido dentro de lo cultural”, explicó Karina Bustamante. Algo que en este último tiempo cambió, ya que, como comentó Eduardo Díaz, “cuando fui diputado provincial lo pude establecer en el calendario cultural de la provincia mediante una declaración de interés cultural”. De esta manera, desde este año se logró que el Jueves de Ahijaditos forme parte de la agenda cultural de Jujuy y por ende desde ahora sea “parte de las fechas tradicionales que se dan antes del Carnaval”, señaló Karina.

Una tradición que aunque no estuviera establecida en un calendario cultural se vino realizando ininterrumpidamente desde fines de la década del ’80 hasta la actualidad. Y este año no fue la excepción, puesto que, desde el mediodía los integrantes de la Agrupación Los Ahijaditos se congregaron junto a la banda de música en la plaza central. Ahí el sonido de las trompetas fue creando de a poco el clima que posteriormente se viviría e hizo que los turistas se acercaran a ver que se estaba festejando y aprovechar para filmar con sus celulares el momento. Los más osados se arrimaban a los músicos y a los integrantes para llevarse mediante una selfie, un recuerdo único, y tal vez, por un instante sentirte partícipes de este festejo que sirve año a año como antesala de la celebración más grande de Jujuy, el Carnaval.

Mientras a la plaza iban llegando los bailarines de saya, protagonistas de uno de los espectáculos de danza preparados para la ocasión; los integrantes de la agrupación repartían entre todos los presentes la tradicional bebida que se prepara para estas ocasiones, “la Saratoga”. Que se elabora en grandes recipientes de plástico para compartir, y que es, además, como lo manifiesta la gente de la región, una bebida espirituosa que ayuda a desinhibirse y liberarse de la timidez o prejuicios sociales para entregarse por completo a la euforia que provoca el ambiente carnavalero. Un ambiente que no admite discriminaciones porque todos los que se quieran sumar son bienvenidos a la fiesta, no solo para admirar una de las manifestaciones populares más trascendentes de Jujuy, sino para ser también parte de la misma.

Luego del pequeño compartir que se dio en la plaza central de Tilcara, los bailarines de Saya se dispusieron para comenzar con el tradicional pasacalle con destino al mojón. Al son de la música y acompañados por integrantes de la Agrupación, simpatizantes de la misma y turistas, que deslumbrados, tal vez por los hermosos trajes que lucían los danzarines o quizás por el marco festivo y de algarabía que se estaba viviendo, no paraban de sacar fotos y grabar videos. A mitad de camino llegó el turno del cuerpo de baile de Tinku, que al igual que los anteriores despertaron el interés de todo el público presente, nadie podía ser indiferente al momento, y comenzaron a acompañar, estimulados ya sea por la música, el baile o la curiosidad. Los turistas se desvivían en preguntas, desde, ¿qué se estaba celebrando?, ¿Si ya había comenzado el Carnaval?, ¿Si de esa manera se festejan todos los días de Carnaval? o ¿Cómo se llamaban las danzas que estaban bailando? Todos interrogantes que la gente del lugar iba respondiendo, tratando de que a pesar de la música entendiesen con claridad todo lo referente a lo que se daba en el momento. Explicando, por ejemplo, que las danzas son de origen boliviano, algo que para la gente de la zona es motivo de crítica por considerar que no son danzas representativas del lugar.

Pero la realidad marca que la Agrupación Los Ahijaditos al implementar desde hace tantos años una nueva fecha de festejo a las ya tradicionalmente conocidas como los Jueves de Compadres y de Comadres, también trajo consigo una nueva modalidad de festejo. Como todo lo novedoso siempre pueden existir algunos cambios en ciertas cosas, que si no desvirtúa lo esencial, no es algo negativo. Porque si no, no se podría utilizar nieve para los festejos o para la chaya de los mojones por no ser un elemento tradicionalmente ancestral, ya que la nieve es algo que proviene de otros carnavales de las ciudades, sobre todo de los corsos. O tampoco se podría jugar con pintura como se hace actualmente en algunas comparsas tanto de Tilcara como de otros sectores de la Quebrada. Lo que no ha cambiado para la Agrupación Los Ahijaditos y que se ha mantenido inalterable es el respeto a sus creencias, a la esencia de esta celebración heredada de los abuelos, lo otro es solo un espectáculo artístico que nada tiene que ver con lo que realmente importa.

Por eso el pasacalle llevaba a un punto de reunión, el Mojón de Los Ahijaditos, en donde a través de la chaya se pidió permiso a la Pachamama para comenzar a desandar la alegría contenida. Ahí, luego de la danza de los Tinkus, uno a uno fueron pasando para chayar con bebidas el mojón y ser debidamente entalcados, tal cual lo marca la tradición.

Los turistas estaban anonadados por el ámbito tan particular que estaban viviendo, algunos se acercaban cada vez más al mojón, no solo para observar más de cerca el ritual sino también para romper las barreras de la timidez y pedir permiso para participar del mismo. De hecho, algunos turistas pudieron participar de la chaya. Inmediatamente posterior a la chayada, y batiendo la bandera que identifica a la agrupación comenzaron a bailar alrededor del mojón, con los rostros cubiertos de talco y el ramo de albahaca colgando de una de sus orejas, símbolos de que se había dado inicio al festejo central. La algarabía se adueñó completamente del lugar, los turistas que habían participado se mostraban eufóricos por haber formado parte de la celebración e incitaban a sus familiares y amigos a unirse sin prejuicios al festejo. Pero todavía faltaba más por ver, porque luego de un rato se procedió al bautismo de los nuevos “Ahijaditos”, allí también formaron parte del rito más turistas.

Todos los nuevos “Ahijaditos” se formaron en una fila alrededor del mojón, primero los entalcaron nuevamente, después le dieron a cada uno un envase de tetra brik con Saratoga, los hicieron arrodillar delante del mojón y les pidieron que tomaran, casi sin respirar, toda la bebida, mientras los demás integrantes los alentaban coreando, “seco, seco, seco”. Algunos pasaron la prueba casi sin inconvenientes, mientras que algunos turistas hacían el esfuerzo para terminar toda la bebida que les habían servido. Para culminar y mientras aún seguían arrodillados los nuevos “Ahijaditos”, los viejos integrantes les derramaban cerveza sobre sus cabezas, señal de que el bautismo había sido completado y de que de ahora en más son parte de la Agrupación.

Con ese acto el clima se tornó aún más festivo, siguieron bailando alrededor del mojón y compartiendo un rato más hasta que llegó la hora de dirigirse rumbo al tinglado municipal, donde los integrantes de la Agrupación tenían una picanteada de almuerzo. Posteriormente bailaron durante toda la tarde y hasta la noche al ritmo de los grupos folklóricos y de cumbia y muy entrada la noche continuaron con el baile al son de la música tropical hasta las seis de la mañana del viernes.

Fue una jornada que se vivió intensamente entre la gente de Tilcara y la que viene de otras partes del país y del mundo, todos se liberaron por ese momento de las obligaciones y se entregaron sin prejuicios a la euforia desbordada que provoca el clima de Carnaval.

 

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