Seis días de caminata motivados por la Fe

Se dice que la Fe mueve montañas, en este caso, los peregrinos de la localidad salteña de El Palomar motivados por su Fe transitan alrededor de 200 kilómetros por un camino pedregoso, entre cerros, para estar presentes como cada año en la Festividad del Señor y la Señora del Milagro que se lleva a cabo en la capital salteña, y que este año contó con la presencia de alrededor de 600 mil personas.  

El Palomar es un pequeño poblado perteneciente al departamento de Lerma, provincia de Salta, distante a unos 200 kilómetros de la capital, inserto bajo el Nevado del Chañi, el majestuoso cerro que sirve de límite entre Salta y Jujuy, muy cerca de las Salinas Grandes en un paisaje naturalmente de ensueño, en donde habitan aproximadamente unas 300 familias. Unas pocas se encuentran en el pueblo y otras tantas están asentadas en zonas aledañas diseminadas entre medio de los cerros. La distancia que los una a alguna urbe desarrollada y la altura a la que se encuentra, hacen de El Palomar, un lugar aislado con un clima hostil en algunas épocas del año, como el crudo invierno que deben soportar con temperaturas bajo cero, en donde el abrigo siempre resulta poco, y un verano no solo tormentoso sino con un sol calcinante que agrieta la piel y lastima los labios. Tiene una escuelita que es solo de nivel primario, de 7 maestros entre docentes y administrativos y de 40 alumnos, algunos de los cuales tienen en esa escuela su segundo hogar, ya que se albergan en la misma, al igual que los docentes, de lunes a viernes y regresan a su casa durante el fin de semana.

A esos 3800 metros sobre el nivel, seguramente la vida no es fácil, tal cual lo mencionó Don Braulio Lamas, delegado de la comunidad de El Palomar, quien comentó que “cada familia somos aledañas, estamos unos pocos en El Palomar, tenemos una escuelita, una capilla, un hospital, las familias son humildes, algunos ahora están changeando en la empresa, tenemos corderos, algunos tienen llamas, otros vaquitas, sembramos para el consumo propio, verduras, papas, habas, arvejas, algunos hacen artesanías, tejidos y vendemos para solventar los gastos nomás, lo poco que se puede hacer lo administramos, así es la vida acá en el campo”, resaltó.

Pero a pesar de las pocas oportunidades de desarrollo, lo que los integrantes de la comunidad de El Palomar tienen muy en claro, es no dejar pasar la oportunidad cada año de demostrar su Fe, como Don Braulio que desde “hace 8 años vengo con la peregrinación de la Quebrada del Toro”. Una tarea no muy fácil, como ya es una costumbre para ellos, ya que como explicó para poder hacer la peregrinación hacia Salta capital, “hacemos rifas, mini bingos, todo para recaudar fondos, para poder cubrir los gastos del camión, camionetas, para buscar lo que hace falta”. Para posteriormente días antes de la Festividad del Señor y la Señora del Milagro emprender la caminata, en la cual los integrantes de la comunidad de El Palomar “somos los primeros en salir, a las tres de la mañana”. Durante seis días consecutivos caminan incesantemente “hasta las 7, 8 de la tarde-noche, hacemos por ahí un refrigerio en el camino y seguimos avanzando porque es lejos”.

Y sí, son alrededor de 200 kilómetros que los separan de su objetivo, en un camino en el cual también está presente la solidaridad puesto que, “hay gente que nos colabora con la cena, para la merienda, para el desayuno, y nos dan una mano en ese sentido y preparan en cada paraje para recibirnos”, expresó Don Braulio. De la misma manera para dormir por la noche, “traemos una carpa para armar en algunos lugares y a la banda en algún colegio nos dan pasada porque nosotros tenemos varios instrumentos, también nos dan pasada porque hay varias familias que traen a los chicos. Por eso hay autos, camionetas que nos acompañan, también un camión que pagamos con lo que vendemos con las rifas”.

El camión indicó, “lo utilizamos para llevar las mochilas de los peregrinos, con todo, frazadas, ropa para cambiarnos, zapatillas, colchones, porque es lejos y el camino tiene mucha piedra, ripio, arena, pasamos por lugares donde hay agua. Es muy difícil caminar, pero gracias a Dios siempre hemos podido llegar, hay que tener Fe en Dios por eso cada uno de nosotros ponemos muestra Fe en nuestro Padre que es Dios y le pedimos para que nos vaya bien a todos, y nos ayude a llegar”. Una peregrinación que les sirve “para renovar el espíritu, para que nos ayuden”, además de agradecerles al Señor y a la Señora del Milagro, “más que nada por las lluvias, por la familia, por el trabajo, por lo que realizamos día a día, por todas las cosas, por los niños, por los ancianos, por los enfermos porque hay personas que sufren”. Es por eso que, en el trayecto de la peregrinación, “todos los días se hace una misa en la mañana y en la tarde en donde vamos haciendo las peticiones, cada comunidad hace sus intenciones”.

Es una peregrinación extenuante, que une a comunidades localizadas en los cerros de Abra del Palomar, como El Palomar, Punta del Agua, Parador La Aguada, Las Cuevas, Santa Rosa de Castilla, con las de la Quebrada del Toro, como ser de, El Toro, Potrero del Chañi, Punta del Pago, Inca Huasi, las cuales tienen como punto de encuentro el Colegio Secundario de Alfarcito (adonde asisten muchos de los chicos de esas comunidades). Allí se concentran las aproximadamente 26 comunidades que participan de la procesión pertenecientes a la Quebrada del Toro, todas acompañadas con sus imágenes, por ejemplo, la comunidad de El Palomar lleva a la Virgen de Guadalupe, que es su Patrona. Desde ahí, de Alfarcito, todos juntos emprenden el último trayecto de la peregrinación hasta llegar a la Catedral de Salta capital, en donde alrededor de 600 mil personas fueron testigos de ese gran esfuerzo.

Un momento en el cual para todos los peregrinos del Abra del Palomar y de la Quebrada del Toro, se conjugan el cansancio, pero a su vez, también el sentimiento de satisfacción, como bien lo describió Don Braulio, diciendo que “es una emoción total llegar a la capital, a la catedral, hay un mundo de gente, no se puede caminar, es una gran alegría, nosotros mismos, los chicos, llegamos con lágrimas en los ojos, para nosotros es una emoción de llegar y estar, porque a veces no es fácil”.

Para Don Braulio fue una doble satisfacción porque no solo pudo cumplir con su promesa de peregrinar por seis días, sino que además cumplió con su compromiso principal, ocuparse de llevar una banda que los acompañe en la procesión. Ya que su Banda de Sikus Sol Naciente no pudo acompañarlos en esta procesión, debido a que sus integrantes estaban, “trabajando y no pudieron venir”, lo que hizo que Don Braulio tuviera que buscar “para que vinieran de Tilcara, en donde tengo familiares y varios de ellos son sikuris y pudimos participar con los chicos del Colegio 49 en esta procesión”. En cuanto al desenvolvimiento de los estudiantes del Colegio Secundario N° 49 de Tilcara, Don Braulio añadió que fue “un espectáculo lo que hicieron los chicos, una alegría total para nosotros, para toda la Quebrada del Toro, especialmente para El Palomar. Muy agradecido porque se portaron rebien los chicos, gracias a las mamás y a los papás que confiaron para dejar venir a los chicos y a todos los que pusieron su granito de arena para atenderlos, gracias a Dios todo nos salió bien”.

Sin dudas esa simpleza de este hombre de campo, es un reflejo de cada uno de quienes habitan ese desolado e inhóspito lugar, allá en las alturas, en donde todo lo que se hace cuesta el doble, en donde sobran ganas, pero faltan oportunidades. Pero en donde lo que no falta es esa Fe inclaudicable que seguramente los volverá a motivar para peregrinar por otro año más.

 

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